Episodio 10. Era ella.
El espíritu encarnado en
mí decía que no la encontraría. Entonces recuerdo el argumento: no era yo quien
descubriría la circularidad del tiempo, sino ella, la protagonista. Es decir,
puedo descubrir que el tiempo es circular, regresar a la madrugada de Lunes en
que se fue de Palermo, abolir la República, e incluso re-encontrarla, pero no
sería Ella. No sería la misma porque en tiempos circulares los mismos no somos
los mismos. Siento una briza a mis espaldas. Estoy en un café en el barrio de
Congreso meditando lejos de la República. ¿La brisa era Ella?.
En la República de Palermo parece que ya decretaron Rey, en esencia y existencia, y que además habilitaron un sistema de castas: La A, La B, La C1, etc. Pero no estoy al tanto porque no sigo mucho las noticias... en fin.
Trato de regresar ese
instante del tiempo hecho brisa pero desisto. Si era ella de todos modos no sería ELLA. Ni
yo sería yo. En ese momento me distancio nuevamente como narrador y me veo como
cuasi-protagonista desde arriba, desde el techo del café de Congreso; me
distancio como escritor, y veo al narrador con su mano sobre la hoja, creyendo
distanciarse del personaje; y me distancio como lector, con una mano en la
pera, pensativo, pensando quién será el autor de mi vida. ¿Quién será el autor de mi vida?. Entonces vuelvo a ser
protagonista de esta historia. Pero la historia es una tragedia en la que los
personajes nada pueden hacer contra las corrientes del destino. “Buen día”, digo, intentando usar los
poderes de los Conjuntos de Julia. “¿Qué
tienen de buenos?” se escucha en la T.V. del café en boca de Don Ramón mientras
golpea al Chavo del 8.
Ocho. Ocho… resuena el eco
de ese número en mí. “Ya lo sé”, pienso,
si doy vuelta el ocho se transforma en infinito: el 8 dado vuelta es un ∞.
Esa epifanía es el
destello que entreveo por la grieta que se abre en el destino de mis manos con las que me escribo, y me permite
pensar en dar vuelta el ocho. Daré vuelta el Episodio 8. En el Episodio 8 yo
leía a Borges. Ahora, invirtiendo el objeto, Borges me leerá a mí. Si Borges me
lee deberá hacerlo en un espacio-tiempo alephiano y absolutamente inespacial e
intemporal. Quizá en ese espacio este Ella. Porque todos los que se van de
putas no tienen tiempo ni lugar para hacerlo, simplemente lo hacen.
(Continúa en Episodio 11.Final.)