Mirá, yo no te voy a
mentir, es así. Lo que pasa es que las cosas son…
Tengo tanta razón, soy el
más lindo y se agarrarte contra la pared, pero la novela no va a salir así de
una. Nivola a lo sumo, pero no more novela for you nena. Fuiste la protagonista
de Tsunami-Chic.
Desde la primera que sos
la segunda, pero te quiero. ¿Sabías que Unamuno se murió repentinamente como
quien muere en la guerra, pero contra sí mismo? Lo dijo Machado, pero vos sos
un Tsunami de mujer.
Es que hay intenciones
buenas, pero de intenciones no se vive, ¿O sí? Vos estás siempre tan viva, tan
Argentina.
Creo que dejé de creer;
por eso viene esta parte. Tomá Coca-Cola.
Soy el rompecabezador, el
que desarma para que tenga sentido, dame un papel. Un rol. Un rolls royce. Te
voy a seguir partiendo la cabeza, como siempre. Te desarmo porque te gusta, es
lo que hacemos, es mi rol. No hago ficción, construyo realidad. Tiro de las
cuerdas, juego con las piezas, y vos sos tan de Buenos Aires…
Quiero quererte. Pero me
conformo con que tomes Coca-Cola. Hace frío en Buenos Aires y es Lunes 1.15 am.
El más acá está tan cerca, y vos también. Estamos tan en la misma, tan
terrenales, tan pragmáticos. Pero vos sos un Tsunami. Sos inundante. Sos todas.
Divina.
Es la carta para comenzar.
Barajar, y dar de nuevo. Quiero re-comenzar, te voy a re-estrenar cada día,
cada Lunes en el barrio de Palermo.
Trolita, tampoco creo que
me salga una canción: dame tu quilombo y lo hago acorde, armonioso, los osos
son mimosos y yo soy hermoso. Es que los noventa nos quemaron la cabeza.
El asunto es que estábamos
cansados, como siempre, con una sensación de hastío muy Aristopop. Estabas
acostada destacando singularidad pura, alejándote de la rutinaria cultura de
masas, destacabas aura entre tantos Ford-T aburridos, entre tantas personas
producidas en cadena, aunque a veces sale gente just-in-time porque ya somos
muchos en el mundo. Estabas siendo vos misma cuando irrumpió el acontecimiento
en nuestra querida Argentina y lo vimos por televisión: era el presentador del
noticiero de canal 13, ese que cuenta chistes malos y tiene un poco de barba,
que narraba torpemente la nueva realidad. Un cambio cosmológico. Se había
decretado el nacimiento de la República de Palermo. Yo, borracho, no me
sorprendí… dije “es totalmente esperable
que esto suceda, si en éste país ya ni siquiera se puede invertir en petróleo
con tranquilidad, te expropian”.
“Una asamblea general
constituyente ha decretado el viril surgimiento de la República de Palermo, lugar
donde las instituciones serán seguras, las plazas tendrán flores, los niños
serán Republicanos y las mujeres harán Yoga a diario antes del cierre del
Merval” agregaba Paoloski, el presentador del noticiero.
Apago la tele, grito Viva
la Libre Empresa, y me tiro a dormir arriba tuyo.
Me despierto el mismo
Lunes, pero al mediodía. No estás. Entonces desayuno sólo, algo salado, y me
acuerdo la noticia de canal 13. Prendo la tele. No anda. Agarro tu teléfono,
miro las noticias en la pantalla. Efectivamente, el acontecimiento era real. Se
lee un titular en la web del diario Clarín que dice “Astrólogos aseguran que
comenzó la Era de la Boludez”.
No es ninguna novedad -pienso internamente. Me aburro, no llego ni a la
mitad de la noticia, y te extraño. Qué
raro que dejó el celular.