miércoles, 20 de febrero de 2013

12) Episodio 11. Final.


(Viene de Episodio 10. Era ella.)





Episodio 11. Final.


Me despierto un día, ya no se cuál: el tiempo es circular y la verdad es espiralada. 

Llega Ella al dpto. de Palermo y le digo: “Te habías ido de putas. Porque ahora las mujeres también se van de putas, es el Siglo XXI, y esas cosas suceden.”

Le pregunto si descubrió, la circularidad del tiempo, si Borges me habrá leído, si el infinito al revés es un ocho, si le gustaron las putas, si me sigue queriendo, si sabe como usar el Smartphone, si ella también odia a Nicolás, si la felicidad existe, si es un Tsunami que todo lo arrolla, si su singularidad Aristopop sigue brillando, si "buen día, hace frío, no?"...

Ella responde: "Sí, hace frío. Buen día". Fin.







Como podés terminar así.






Qué?









Eso lo habrá dicho el autor. 
Estamos aturdidos. 
Pero ella también dice: "¿Qué?".
Y yo digo: "Nada".

_Traje Plasticola®, dice ella.
_ ¿Para religar los fragmentos?, pregunta el boludo, digo, yo. 
_No, para disimular que me fui de putas, dice ella. 
_ Ah, bueno, digo yo. 
_Y para pegar esas cajas porque las voy a usar para mudarme...
_ Con migo?
_Quizá. Y con tres putas: una rubia, una morocha y una colorada. 
_Soy el hombre más feliz del mundo.
_Ya lo sé.

FIN.

...Y se mudaron a dos cuadras, dentro de la República de Palermo pero a un lugar más grande para que entrasen mejor sus dos corazones y los tres corazones de las putas...   

11) Episodio 10. Era ella.

(Viene de Episodio 9. El final era el principio, al menos para Nicolás.)



Episodio 10. Era ella.

El espíritu encarnado en mí decía que no la encontraría. Entonces recuerdo el argumento: no era yo quien descubriría la circularidad del tiempo, sino ella, la protagonista. Es decir, puedo descubrir que el tiempo es circular, regresar a la madrugada de Lunes en que se fue de Palermo, abolir la República, e incluso re-encontrarla, pero no sería Ella. No sería la misma porque en tiempos circulares los mismos no somos los mismos. Siento una briza a mis espaldas. Estoy en un café en el barrio de Congreso meditando lejos de la República. ¿La brisa era Ella?.

En la República de Palermo parece que ya decretaron Rey, en esencia y existencia, y que además habilitaron un sistema de castas: La A, La B, La C1, etc. Pero no estoy al tanto porque no sigo mucho las noticias... en fin. 

Trato de regresar ese instante del tiempo hecho brisa pero desisto. Si era ella de todos modos no sería ELLA. Ni yo sería yo. En ese momento me distancio nuevamente como narrador y me veo como cuasi-protagonista desde arriba, desde el techo del café de Congreso; me distancio como escritor, y veo al narrador con su mano sobre la hoja, creyendo distanciarse del personaje; y me distancio como lector, con una mano en la pera, pensativo, pensando quién será el autor de mi vida. ¿Quién será el autor de mi vida?. Entonces vuelvo a ser protagonista de esta historia. Pero la historia es una tragedia en la que los personajes nada pueden hacer contra las corrientes del destino. “Buen día”, digo, intentando usar los poderes de los Conjuntos de Julia. “¿Qué tienen de buenos?” se escucha en la T.V. del café en boca de Don Ramón mientras golpea al Chavo del 8.
Ocho. Ocho… resuena el eco de ese número en mí. “Ya lo sé”, pienso, si doy vuelta el ocho se transforma en infinito: el 8 dado vuelta es un  ∞.
Esa epifanía es el destello que entreveo por la grieta que se abre en el destino de mis manos con las que me escribo, y me permite pensar en dar vuelta el ocho. Daré vuelta el Episodio 8. En el Episodio 8 yo leía a Borges. Ahora, invirtiendo el objeto, Borges me leerá a mí. Si Borges me lee deberá hacerlo en un espacio-tiempo alephiano y absolutamente inespacial e intemporal. Quizá en ese espacio este Ella. Porque todos los que se van de putas no tienen tiempo ni lugar para hacerlo, simplemente lo hacen.

(Continúa en Episodio 11.Final.)


10) Episodio 9. El final era el principio, al menos para Nicolás.







Episodio 9. El final era el principio, al menos para Nicolás.
      
        Descubro, aún en mi departamento, ante el despertar en ausencia de la protagonista, que soy un Medium entre mi propio espíritu y el mundo de lo cotidiano. Además acabo de adentrarme en la grata sorpresa de concebir –nuevamente- al tiempo como circular. Es por ello que estoy en el momento mismo en que advierto que la protagonista ha partido.


         Lo que pude detectar de manera intuitiva es que no tengo por qué llegar al final de la Odisea, a la meta última donde Ella sería re-encontrada por mí tras mi aventura, sino al principio de la Odisea, donde estábamos aún juntos, fusionados. Voy a retornar al origen, donde lo Múltiple era lo Uno. El final era el principio, al menos para Nicolás, porque hay muchas perspectivas pero voy a seguir la mía, ya que “tengo confianza en la balanza que inclina mi parecer” como decía Miguel Abuelo. Así, me desmaterializo del ahora, y re-encarno en mí mismo, en Palermo, Lunes 1.15 am, antes de la partida de la protagonista, y antes que se decrete el Sacro nacimiento de la República de Palermo. Por mi propia materialidad habla el espíritu de Nicolás narrador, del cual soy médium, y dice: “No la encontrarás”. No la encontrarás Nicolás”.

(Continúa en Episodio 10. Era ella.)