Episodio
6. El regreso de Nicolás
Al salir de la librería
con Plasticola® en la bolsa y con la
capacidad de decir buen día, decido distenderme. Saco los auriculares de la
mochila mientras guardo la Plasticola® en
la misma. Me coloco los auriculares para escuchar música, un tema de Clics
Modernos de Charly García, el Sol en mi cara, el airecito de Palermo, las
callecitas de Buenos Aires, angostas, que tienen ese “qué se yo, ¿viste?”, lo de siempre, la calle y yo… y pasa Nicolás
por la vereda de enfrente. Era angosta la calle, así que estábamos muy cerca
pero yo no lo escucho porque tengo auriculares y la canción me gusta: no me los
voy a sacar por Nicolás, no vale la pena ese.
Nicolás habla desde la
otra vereda.
Yo bostezo y sigo. Lo miro
de reojo. Sigue ahí. Pienso en girar a escucharlo. Me entretengo mirando un
culo, creo que de una amiga que pasaba. Nicolás no está más.
Doblo en Av. Santa Fe y
veo las cámaras; un notero de Canal 13, unos políticos, unos policías, y la voz
del político con menos bigotes que dice con la boca entrecerrada “La República
de Palermo es el crisol de los parlamentos, el Cielo de los parlamentarios y el
Universo de la polifonía; sin embargo, visto que estamos en un momento crítico
y considerando los consejos de Maquiavelo, necesitamos, señoras y señores, un
Rey” ¡Cómo me aburren esos discursos!
Digo.
_¡Cómo me aburren esos discursos! Dice Nicolás, que me había
seguido.
_¿Cuándo me saqué los auriculares? Pregunto.
_Yo me los saqué. Dice Nicolás.
_¿Dónde la buscamos? Le digo a Nicolás.
_Usa la Plasticola®, esa es la
fuerza –me dice- en una sociedad
fragmentaria. Las cosas se pegotean y funcionan como pueden.
_Claro, cuando el carro arranca los melones se acomodan… le digo yo, con cara de
sabio de la montaña.
_No.
Dice Nicolás, y señala las nubes sobre mi cabeza.
Miro esperando la
moraleja, esperando la aparición espectral que me enseñe sobre las nubes cuál
es la fuerza de pegotear las cosas, cómo funcionan los carros, por qué se
acomodan los melones… pero nada, sólo nubes, agua condensada y alta. Me doy
vuelta para reprocharle a Nicolás, pero él no está, era un truco para
distraerme. ¿Estará buscando él también a la protagonista? Cómo lo desprecio.
Cómo lo desprecio. Cómo lo desprecio.
Lo desprecio y ya estoy
cerca del tren, Santa Fe y Juan B. Justo, si me tiro a las vías muere Nicolás.
Si me tiro a las vías se
arruina la Plasticola®.
Necesito Plasticola® para encontrar a
Tsunami-Chic, mi protagonista.
No me tiro, entonces.
Y así, Nicolás usó un
silogismo y volvió a derrotar a Nicolás agarrando fuerte la Plasticola® para pegar el relato. Pero
odio tanto a los dos Nicolás que me distancio como narrador, como un tercero.
Ojalá tengan seguro contra terceros.